Schlink es autor de un libro difícil de olvidar, que también
llegó al cine. En "El lector", una mujer ayuda, ayuda mucho, a un
joven. Terminan como amantes, una relación intensa. Después del amor, ella le
pedía a él que le leyera. Pasa el tiempo, el chico estudia Derecho -justamente-
y va a presenciar un juicio contra criminales de guerra nazis. Adivinen quién
está en el banquillo. El testimonio de ella abre preguntas. Era funcionaria en
un campo. Los prisioneros llegaban, llegaban más, había que hacer lugar. La
visión administrativa del mal. Pero antes de la cámara de gas, la mujer les
pedía a las prisioneras que le leyeran. La acusan de redactar un informe, le
piden que escriba para probar que no es su letra, ella se declara culpable.
Cualquier cosa antes de admitir que no sabe escribir. Cadena perpetua.
Este vieres, Schlink habló de los puntos de contacto y
divergencia entre la historia y la narrativa, la política y la moral. Se
encontraban presentes en el auditorio el Embajador alemán en la Argentina, Bernhard
Graf von Waldersee; el Director de la Fundación El Libro, Oche Califa y la
escritora y presidenta del centro argentino de PEN internacional, Luisa
Valenzuela.
El autor, que divide su tiempo entre Berlín y Nueva York,
visita el país por segunda vez, la primera había sido en 2005.
"¿De dónde nacen las historias narradas en mis novelas?
Es algo que me pregunto y diría: de lo que veo, pienso, temo, espero. Del
pasado y la Historia de mi país, Alemania, y también de mi expectativa sobre lo
que puede suceder", reflexionó el autor, de El lector -su best seller más
conocido, traducido a 39 idiomas-; El nudo gordiano; Amores en fuga; Mentiras
de verano, y la serie de policiales protagonizados por su detective, Selb. Lo
maravilloso de la literatura es que nos confronta con los ideales. Y también
con el horror".
"Un punto en común entre los que comparten los procesos
jurídicos y la creación literaria, es que ambos precisan de límites",
precisó. "En el caso del Derecho, los marcos pueden ser más claros para
ustedes. El escritor, en cambio, supone que se define por su fantasía
desbordante, pero precisa de los límites -entre ellos los que imponen la
estructura y la gramática- para poder crear. En ese sentido, los procesos
creativos se parecen siempre, más allá de la disciplina en que se enmarquen.
Otro punto de contacto entre mis dos campos de acción, son las temáticas: hay
problemáticas comunes de las que se ocupan tanto las ficciones como el Derecho;
la culpa, el crimen, la traición, la codicia, el perdón."
El Holocausto y la culpa colectiva fue otros de temas a los
que puntualmente refirió: "El tema de la culpa colectiva me ha convocado
desde siempre, porque como alemanes todos nos hemos preguntado alguna vez sobre
la responsabilidad colectiva en relación a lo que ocurrió durante el Tercer
Reich. Temas como éste han aparecido en mis libros, también, como en el caso de
El lector, cuyo protagonista ama a una mujer que tuvo responsabilidad directa
sobre los hechos. En este sentido, puedo decir que el Holocausto me ha impactado,
no sólo por los crímenes y atrocidades cometidos y que todos conocemos, sino
por cómo ha sido "absorbido" finalmente. Hay quienes viven de manera
'ligera' y 'en presente'. No soy quién para juzgarlos moralmente. Sólo puedo
decir que vivir en conocimiento y con conciencia de la Historia, nos permite
reconocernos y sensibilizarnos frente a lo que les pasa a los otros. Esa es
también una de las formas en que la literatura opera."
En relación al presente de Europa, advirtió: "Vivimos
tiempos complejos, con el avance de los populismos nacionalistas. Tengo serias
preocupaciones respecto del futuro -admitió-. Hasta hace tres años yo creía en
el progreso: ahora veo a Donald Trump en Estados Unidos, a Marine Le Pen
ganando poder en Francia, a Inglaterra habiendo perdido su lugar, y realmente
siento que esto que llamamos desarrollo es un proceso global que es todo menos
confiable. Realmente confío y espero que los jóvenes descubran sus ideales a
través de la lectura y la empatía. Creo que tiene mucho por hacer y espero que
nunca caigan en la negación que implica soslayar al colectivo social",
dijo.
En relación a su nueva novela, "Mujer bajando la
escalera" (Anagrama), la novela que vino a presentar al país y en la que
vuelve a hacer foco, como sus anteriores obras, en los dilemas morales, la
codicia y el amor.
En un museo lejos de su casa a un hombre se topa con una
pintura de una mujer por la que una vez, hace mucho tiempo, arriesgó todo y que
luego desapareció misteriosamente de su vida: ese es el inicio de una trama que
conjuga el suspense con un trasfondo filosófico y moral, y una prosa impecable,
que seguramente deleitará a sus lectores.
Fuente: Clarín
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